QUE NON, QUE NON É COUSA DO DESTINO

Cando se trata de desviar a atención sobre a responsabilidade das persoas nos aconteceres o máis fácil e atribuír todo a un fatum sobre o que nada está nas nosas mans para mudalo. Non me resigno a aceptar o etiquetado de Galiza como o país no que cada dez anos hai que cantar negra sombra nos especiais dos programas orquestrados desde a capital do reino e chorar desconsoladamente as desgrazas.

Os Urquiola, Mar Exeo, Erkovitz, Prestige... o “accidente” ferroviario de Angrois non sucederon por casualidade. Teñen máis que ver coa falta de prestixio dunha nación, a galega, pisoteada e que non é respectada sistematicamente nin a nivel internacional, en Bruxelas, nin no contexto estatal: a Historia amosa documentalmente o abuso de poder e o trato diferencial contrario ao dinamismo do pobo galego para favorecer intereses do centro e doutras comunidades. Así, foron arrasadas oliveiras e viñas, pechados portos ao tráfico con América, favorecidos arancelariamente e con carga de pedidos outros centros de produción privilexiado fronte aos galegos... o sector agropecuario e leiteiro foron desprotexidos fronte a operacións invasoras do capital estranxeiro mesmo favorecidas desde a clase política...

O accidente de Angrois está nesa liña de trato diferencial a Galiza, ao desprotexer dos sistemas de seguridade aplicados en toda a rede estatal de Alta Velocidade, de súpeto, por aforrar catro cadelas nunha inversión multimillonarias, un tramo de catro quilómetros cun punto recoñecido como negro polos especialistas e a Administración. A redución desde os 220 quilómetros por hora ate os oitenta logo dun percorrido practicamente en recta desde Ourense queda supeditado exclusivamente á actuación dun único maquinista e as súas circunstancias.

Ese elemento diferencial no trato que recibe Galicia, relacionado coa nosa incapacidade para facernos respectar, é o mesmo que inspira as críticas dos contertulios de Ana Rosa Quintana o do programa de Luis Herrero hacia o Presidente Feijóo por dirixirse en galego aos cidadáns de Galiza. Os programas de Ana Rosa, Luis Herrero e os que desprezan así a Galiza son copartícipes do proceso que leva a Administración a considerarnos cidadáns de segunda dentro do Estado e a levarnos, ao fin, pola senda desas desgrazas atribuídas ao destino e que non son outra cousa que a consecuencia do abuso centralista e o desprezo institucional e dos medios da corte.

¿Estado laico aconfesional?

El incombustible y bien cuidado Rouco Varela anda crecido. Es la consecuencia lógica del clima angelical que viven las relaciones Iglesia-Estado, con la restitución del status del dogma y su jerarquía terrenal a un papel preponderante en la escuela, por encima de la carta Magna y el corpus de normas que deben regular la convivencia de los ciudadanos en una sociedad plural, sean cuales sean las creencias de cada individuo.

Anda crecido y tiene palabras muy duras paras los que osan poner en tela de juicio que no sean los valores de la cristiandad los que cimenten y motoricen en el día a día los planes operativos en las escuelas.

¡Y a mi que la Historia me parece terca y me anima a proferir la blasfemia de que la Iglesia no se merece ser la que pastoree al rebaño una vez más y en está ocasión anacrónicamente! Ya lo hizo en este país y lo hace en otros muchos atendiendo a un patrón que se repite: la Iglesia del lado del poder, la brecha entre ricos y pobres abriéndose más y más, las acciones de asistencia caritativa para mitigar el hambre desde la resignación mientras la Justicia Social nunca llega... Y no quiero que se interprete que es innecesaria en este contexto de crisis la asistencia social y la cohesión y solidaridad... ¡pero sin meter a Dios por medio! ¡Sin adoctrinamiento! ¡Desde la sociedad civil que no puede asistir impasible al escenario de extrema necesidad de millones de vecinos, al margen de cuestiones dogmáticas!

La Historia me parece terca y me dice que aquellos países donde la presencia de las religiones es más débil son los únicos que se han escapado al reguero de sangre. Las Religiones han sido históricamente una fuente de conflictos, unha patente para el expolio, una ruta para la falta de respeto hacia la distinticidad y la diversidad que nos hacía, a la vez, tan semejantes. La Iglesia ha sido un poder temporal, con ejército, y con el arma más poderosa: el miedo sembrado en el corazón de las familias, el temor a un ser despiadado que sólo da el perdón por la intercesión de esa red de agentes comerciales –a los que Cristo echó del templo- que, como Rouco y Munilla, se afanan explícitamente y a veces de modo abyecto y subliminal en que su rebaño practique el odio y la exclusión hacia los que no hincan la rodilla a la orden de sus retahilas y rituales rezumantes de misoginia, de clasismo, de ataques contra la libertad de expresión y la rebelión contra la opresión, de mensajes en los que se condena a las víctimas de sus mentes enfermas y se administra el perdón como una bula de acceso restringido.

Lo peor de que Rouco se venga arriba es que lo haga también explotando emocional y oportunistamente esta crisis, parasitando la repercusión positiva en buena parte de la sociedad del trabajo de Cáritas diocesana. Dada la presencia y penetración de los curas en el conocimiento en persona de las condiciones en que vive una familia este fenómeno alcanza gran magnitud en España. No digamos en Galicia, ordenada históricamente a partir del primer núcleo social, la parroquia. Pero el proceso de madurez de nuestra sociedad pasará porque sean los instrumentos de la Administración, al margen del dogma, los que articulen siempre y en todo caso la mejor forma de redistribuir y hacer llegar las prestaciones precisas de asistencia social a partir de la disponibilidad absoluta de los medios públicos. Otra cosa es que otras entidades o instituciones privadas, también la Iglesia, a través de las aportaciones de sus asociados, atiendan esos fines sociales. Pero el dinero público, para uso desde la Administración Pública. Es lo suyo es un supuesto Estado laico, aconfesional. ¿O no?

Rajoy masacra ás entidades locais para atoparlle un oco as Deputacións

Por algo son o reduto do clientelismo. O certo é que os Concellos só contribúen cun catro por cento – do cal a sexta parte se debe ao Concello de Madrid- ao déficit global do Estado, e iso aínda a pesar de que só reciben un 13% de recursos mobilizados polo Estado cando, por contra, recadan un 25 %.

Pero Rajoy e o seu Goberno están dispostos a salvar as covas nepotistas que teñen batido records no emprego corrupto dos caudais que lles quedan despois de pagar un 50% en gastos de persoal, e teñen planificado xa acudir a entes opacos privatizados para prestar servizos externalizados en substitución aos que agora veñen prestando os funcionarios municipais.

É a puntilla definitiva que pensan darlle ás corporacións locais uns deputados que non foron elixidos por sufraxio, senón a dedo polos seus partidos. É o cumio da partitocracia que ten levado a Baltar pai ou a Aguirre a sentirse por riba do ben e do mal. Sacarlles o acceso á caixa canto antes a eses corruptos que teñen construído aeroportos no deserto e empregado a centos de familiares e amigos pasa por obrigar a Rajoy a recoñecer que a Xunta e órgano bastante para re distribuír a riqueza. E todo ilo sen que sexa óbice para que os concellos xunten as súas fortalezas para constituírense en comarcas que poñen en valor o que teñen e poden ofrecer de diferente e excelente.