Estamos cansados de la ingeniería mental del Poder dedicada a
intervenir en las mentes de los ciudadanos. ¡Cuanta energía volcada en
obtener ventaja partidista y qué poca en debatir e implementar
decisiones estratégicas que saquen de la indignidad a millones de
familias!
Con el asalto subliminal a la prescripción de una jornada para la
reflexión se evidencia la existencia de una mano, cobarde y acechante,
oculta, que mece la cuna. Porque hoy, jornada de reflexión en Andalucía,
Radio Nacional de España-Radio cinco, cada 15 minutos, ha venido dando
la noticia de un Rajoy interviniendo en Valencia para respaldar a los
candidatos a la alcaldía. Y, en cada ocasión, se ha emitido un fragmento
de la intervención del Presidente en clave de estadista para prometer
la creación de quinientos mil puestos de trabajo por año hasta alcanzar
la cifra de veinte millones de activos en el país. Y la crónica se
alargaba lo suficiente para recoger de su voz la necesidad de
desmarcarse de aventuras e invenciones de formaciones advenedizas.
Quizás para ofrecer una imagen plural, acto seguido, Radio Nacional
de España emite las declaraciones de Pedro Sánchez, también dentro de un
contexto municipalista, en Sanabria, defendiendo la tesis de que el
PSOE es la única formación sensible a la situación de indignidad vivida
por una parte muy importante de los españoles. Estas retransmisiones se
reproducen todo el día cada 15 minutos en todo el país, también en
Andalucía. Pareciera que sólo se mueven, incluso en las horas de
descanso para la mayoría de los españoles, los de los dos grandes
partidos, velando por los intereses de los españoles.
En fin, no sé si es legal, pero desde luego no es ético. Se trata de
una forma torticera de no respetar la jornada de reflexión y, lo que es
más grave, cuenta con la utilización de medios públicos que deben estar
al servicio de la pluralidad, de todos los españoles. De todas maneras,
¡cuan desesperados están para intervenir de una manera tan subterránea
hasta la madrugada buscando arañar el último voto, captar al último
indeciso y subvertir al que amenazaba con vencer el miedo a la libertad,
por culpa de algunas cositas que… pueden ser ciertas.
¡Perplejidad! Andalucía, una vasta comunidad con casi tantos
habitante como Grecia o Portugal, tiene como líderes políticos de los partidos
con más respaldo popular durante tres décadas a energúmenos que utilizan la
oportunidad de debatir sus programas en público para el insulto y la práctica
durante la hora y media que duró el encuentro del “y tu más”. Urgidos por la
moderadora para que explicaran sus propuestas se limitaron a recitar
desideratas pero sin poner sobre la mesa ninguna medida concreta para crear
empleo y aprovechar las oportunidades potenciales que la región, por lo demás
rica en recursos, ofrece
Es un panorama desolador. Allí no se habló de inversión en
I+D+I, de energías renovables, de construcción naval civil, de acuicultura, de
optimización de los recursos pesqueros, de formación profesional, de cambios
radicales en las políticas de subvenciones, de puesta a disposición de bancos
de tierras, de incentivación del cooperativismo, de equiparación legal y real
de la mujer en todos los ámbitos, de freno al abuso de posición de las
energéticas... Allí no se habló de nada –mención aparte al representante de IU,
que aportó alguna idea generalista-. Allí se recurrió a la frase hecha, al
chascarrillo y al cruce de acusaciones intentando demostrar que los otros son
los corruptos pero dejando claro, de paso, que ambos partidos están enfangados.
Allí se dejaron caer, por la traición del subconsciente, ideas perversas sobre
nacionalismos excluyentes y poco o nulo talante constructivo.
El país necesita una regeneración que va más allá de la
eliminación de los corruptos de las listas. La sociedad necesita la
recuperación de la figura de políticos con capacidad de gestión y, me atrevo a
decir, altura intelectual y cultura de estadistas abiertos a la contaminación
de experiencias de gobierno llevadas a cabo en otros lugares con resultado de
éxito e importables.
Hay que desterrar de la Política no sólo a los corruptos.
También a los mediocres y a los que tienen su horizonte en ganarle la partida a
la oposición por el camino de la dialéctica ocurrente pero vacía de verdadero
contenido social. En una empresa privada sólo podrían ser Consejeros, en pago a
sus “favores”. Es el destino de todos los mediocres que nos gobiernan y que
dedican buena parte de su energía a dibujar un escenario próspero para las
grandes empresas. Si en el futuro se les diera parte en la gestión de esas
compañías, como se hizo con Rato para apartarlo de la lucha por el Poder, las
hundirían en un tiempo record. Y eso si que es imperdonable y siempre tienen
que repararlo los impuestos de la clase trabajadora. Mientras tanto, van
hundiendo al país, que para ese menester sí que están preparados.
Descridos, escépticos veñen a chamarnos, si, aos que nacemos aló pola
metade do século pasado. Fano de xeito un tanto displicente, como se non
fóramos quen de tomar partido por causa ningunha, como se mesmo a
anarquía non constituíra a fórmula de convivencia máis esixente e
solidaria, máis interactiva e empática.
O certo é que mamamos unha realidade singular polo que tiña de empacho
de contradicións nun cruce de camiños da Historia: ideolóxico, cultural
como digo, artístico, profesional, de expresión da intimidade…
Jastabamos pista nas distoteques coa Tamla Motown, pero tamén na sala
Rei Brigo, cuberta si, pero co chan de terra, palco para as orquestras e
mesmo barraca de tiro, nun alarde do que o doutor Santiago Lamas
cualifica con tanto tino como a Galicia borrosa. Na nosa discoteca, o
Triqui triqui de Demis Roussos e Peret, Harry Nilson e Jaime Morey,
Karina e Leonard Cohen, Pucho Boedo, Cat Stevens, Tony Ronald, James
Taylor, Los Valldemosa, Mike Oldfield, Rashmaninov, Massiel e Mari
Trini. Bruno Lomas, os pasodobres da orquestra Gran Canarias… Recibiamos
Formación del Espírito Nacional e líamos a Martín Vigil pero tamén a
Bakunin e a Jean Paul Sartre. Viviamos a condena por masturbarnos e a
penitencia das avemarías pero a cabeciña non paraba e buscaba outras
luces en Artaud (El momo desnudo), Monique Vittig (el cuerpo lesbiamo)
ou collía apuntes sobre a magnitude potencial da maldade en “Las once
mil vergas”.
O modelo franquista quería encher de medievalismo as nosas mentes pero
estaba a practicar psicoloxía inversa con boa parte da nosa xeración coa
promoción daquel cine de Paco Martínez Soria, Jose Luis López Vázquez,
Lali Soldevilla, Alberto Closas, que ademais de enxalzar os valores do
Réxime evidenciaba os complexos dunha sociedade camiñando cara á
involución. Pero nos flipabamos coas pelis de Berlanga e Buñuel e coas
entregas “de arte y ensayo”, a meirande parte francesas, no cine Goya.
A penitencia morada e patética da Semana Santa naquel Estado
confesional, paraíso para un clero que coa reforma Wert revive o seu
protagonismo doutrinal como se so desde o dogma se puidera formar aos
cidadáns na convivencia, incluía a Barrabás, Marcelino pan y vino,
cartas a los Corintios, a los Filisteos… pero tamén o des tape
calculado, aquel acceso á carne con moraliña que xa era dabondo para os
nosos pais. Para nos, máis aló do Rubicón, agardaban “El último tango en
París”, a versión íntegra de “Gilda” e a pseudopornografía de
estraperlo.
Toda esa potencia antitética cobraba aínda máis dimensión en Galiza pola
fractura entre tradición e modernidade, entre rural e urbano, entre a
esfera caciquil e a universalidade que nos proporcionaba un acceso
crecente e imparable ao coñecemento de que outro mundo era posible máis
aló da asfixia que impoñían a Igrexa e una Ditadura cimentada sobre a
posesión da forza e o poder polos máis mediocres e a aniquilación ou
desterro do xenio e da brillantez intelectual.
Na oposición de contrarios como na percepción da escala de grises entre o
branco e o negro os que rondamos os sesenta anos vimos aguzado,
mediando maior ou menor empeño, o noso xuízo crítico e a conciencia do
importante que é a procura sempre das mellores fontes para logo elixir
con mellor criterio.
Esa derrota (viaxe con rumbo) ía caracterizar xa o noso periplo vital
desde a convicción de que a democracia en España é un réxime tan
desexado como imperfecto. Hai moito voto ditado tanto pola persistencia
na ignorancia como pola emerxencia dunha grande masa sen criterio,
acrítica, manipulable e manipulada, pouco dada a complicarse a vida
tratando de percibir que a realidade non ten un único plano.
Só nunha sociedade con pobre acceso á cultura se pode concibir tamaño
grado de podremia e de perversión do Sistema como o que caracteriza ás
altas Institucións do Reino de España, onde, ademais, non se cumpre a
primeira premisa para certificar que o noso é un Estado democrático: a
separación de poderes. Tampouco existe, de facto, unha verdadeira
liberdade de prensa.
Neste contexto, aínda adquire unha gravidade maior o paradoxo de que
pese o mesmo o voto dos que limitan a súa pescuda de información e
alimentación sobre o entorno á visión de “Sálvame de luxe” que o de
aqueles con inquietudes por empaparse do que concentra as vidas da
colectividade, seleccionando as fontes, interactuando e dedicando doses
de forza en formarse e madurar como cidadán comprometido con causas que
entende xustas. Se cadra é por iso que os descridos dos anos cincuenta
somos mal entendidos cando chegamos a opinar que, asegundo que
“democracias”, algunhas son moito peores para os cidadáns que as certas
“tiranías” exercidas por homes bos e sabios. Exemplos hai na Historia.
Pero postos a elixir, prefiro unha democracia habitada por cidadáns
libres cando a “liberdade” é unha conquista a partir da busca do
coñecemento e do esforzo no crecemento persoal.